lunes, 26 de octubre de 2015

¿Cumpleaños feliz?

 
Resulta que esta semana es mi cumpleaños y a partir de los 40 uno se plantea si los cumpleaños son felices o son una losa más hacia la losa final que nos cubrirá de gloria y lágrimas en el cortijo de los callados.
En el trabajo ya me están diciendo que si tengo que llevar algo dulce y algo salado. Yo estoy por llevar melón con jamón para agradar a todos...
La familia ya está que si mejor para comer, que si mejor para merendar (o ese amplio concepto de merienda/cena) y, los más snobs, que si mejor un brunch.
A todo esto, ¿A qué hora empieza la merienda/cena? ¿Es más merienda o más cena? ¿Se toma uno un montado de Nocilla y luego una sopa?
No sé, yo creo que me voy a decantar por unos pollos deconstruídos a tijeretazos en el asador del barrio, que a estas edades uno ya no está para cocinar para un abanico de personas entre los 2 y los 70 años. Con los menuses de pollo, patatas, pimientos, croquetas y gazpacho acertaré seguro.
La tarta, eso sí, la que a mí me salga de los c......, que para eso es mi cumple.
Los niños, esos que tienen siempre excesos de sinceridad, diciéndome que estoy viejo y mi compañero de trabajo llamándome chaval. Uno ya no sabe bien lo que es, pero el caso es que, un año más y como casi todos hemos hecho alguna vez, ya llevo unos días diciendo que tengo 42, cuando hasta el Jueves no llegan. Cuando corro como si no hubiera mañana me siento un jovenzuelo, pero cuando me despierto con dolor de espalda me veo cuesta abajo y sin frenos hacia la madurez. Ah, no! Que me acaban de recordar que ya estoy en la madurez. Es lo que tiene el amor...
¿Y los regalos? Te pasas el año haciéndote creer que necesitas muchas cosas y cuando te preguntan tu respuesta suele ser: es que no necesito nada. Claro, cargamos la responsabilidad en el otro y le ponemos en la encrucijada de demostrar si te conoce bien o no. ¿Quién no tiene en el armario alguna prenda fruto de un cumpleaños que sólo te has puesto cuando te la probaste para que te la vieran puesta antes de dejar que se apolillara?
Con lo fácil que es tirar de cheque regalo y las ganas que tienen algunos de complicarse la vida.
Y no, no quiero soplar velas este año tampoco, pero un año más tendré que soplarlas y ponerme cariacontecido cuando me canten esa canción que siempre me recuerda a Parchís...
Deberíamos ser todos un poco como el Sombrerero Loco y celebrar nuestros días de no cumpleaños y hacerlo junto a nuestros seres queridos.
Es más, propongo desde aquí celebrar los cumpledías porque no debemos olvidar que algún día será el último y nos sobran motivos para celebrar cosas a diario. Celebremos que mañana es Martes.
Me hago viejo; ya empiezo a hablar de la muerte. Dentro de poco le sacaré defectos a las obras y me pondré chándal con zapatos.
 
No me gusta cumplir años, pero que a nadie se le olvide felicitarme. Jejeje.
 
Vikingo

martes, 6 de octubre de 2015

ANTES LA GENTE IBA AL GIMNASIO

 
Ahora la gente va al gym y muchas veces al Mercadona después de ir al gym con todas sus mallas, tops y demás parafernalia puesta por si a alguien le queda alguna duda de si ha estado en el gym o ha salido a correr.
Ir al gimnasio no es malo: ayuda a tu salud, consigues una mejor forma física, ves cuerpines apañados y hasta puedes ligar. El problema viene porque hace 30 años al gimnasio se iba a hacer pesas o aeróbic imitando a Jane Fonda o a la Obregón. Si no podías, te quedabas en casa con la Nasarre.
Ahora es un sinvivir, un foco de estrés, un nido de indecisiones. Nada más entrar, la Máxima FM a todo lo que da el equipo, que casi te tienes que dirigir a la chiquilla de recepción por signos. La chiquilla, mejor si viene recauchutada, que vende más, te ofrece la tabla de actividades y lo flipas: cardiobox, bodypump, spinning, step, aquastep, bodyjumping y cienes de cosas más en gerundio inglés. No te has apuntado y ya tienes ganas de tumbing del saturamiento de la recauchutada hablándote de para qué sirve cada cosa.
Claro que para relajarte acaban de crear el Yoguilates para que encuentres tu equilibrio. Creo que la Guardia Civil se está planteando sustituir el paso por la raya blanca por una postura de Pilates para detectar si vas bebido al volante.
Qué manía con eso de hallar tu equilibrio, encontrarte a ti mismo, relajarte y entregarte al mundo Zen. Yo creo que es mucho más fácil sonreír a la vida y ser feliz con lo que te ofrece en cada momento.
Y lo que le gusta a más de uno que un señor apretaico se te ponga a dar gritos para, según él, animarte a duplicar tu esfuerzo. Y, para más inri, cuando acaba la clase y te ha llamado de todo menos bonito o bonita, va la gente y le aplaude, le jalea y poco menos que le convertimos en Bono tras el concierto de Barcelona de anoche. Bono, el que canta, aunque muy a nuestro pesar los hay que también aplauden al otro Bono, el que no hace nada, tras un mitin.
A mí no me mola que un señor o una señorita me griten. Todos deseando que eliminaran la mili y parece que los hay que les gusta la disciplina militar. Uno más de los sinsentidos que representan a la sociedad de hoy en día.
A los 40 somos muchos los que nos damos cuenta de que la gravedad hace caer algo más que las manzanas del árbol y nos lanzamos de cabeza y sin agua a esto de cuidarnos para intentar evitar el paso de lo único que es inevitable: el tiempo. Somos carne de cañón y blanco fácil para las empresas de vida sana y estética.
Algunos, los más perretes para esto del deporte, aprovechan su influencia en las redes sociales para hablar de "fofisano" pero, no nos engañemos, a ellas les molan los chicos bien formados como a nosotros nos gustan las chicas con todo bien puesto.
Aún así, lo reconozco: una vez me apunté a un gym. Después de unas semanas viendo a gente adorando espejos y encantados de haberse conocido, de escuchar gritos y, por qué no decirlo, alguna ventosidad por el esfuerzo, decidí que el gimnasio se podía convertir en una buena taquilla, salir a correr fuera y ducharme a la vuelta para ahorrar agua y gas en casa. Lo sé, no tengo perdón de Dios.
 
Pues nada lectores, que no se os olvide aprender inglés si queréis ir al gym.
 
Vikingo

jueves, 1 de octubre de 2015

CON LAS MANOS EN LA MASA


Hace unos días cometí sacrilegio. Hace unos días mi madre me "pilló" cocinando unas albóndigas a la manera tradicional: en la sartén y la cacerola. Casi me quita del testamento y me dijo que cómo no las hacía en la Thermomix...
Mi madre, esa dulce persona que me enseñó a cocinar a fuego lento en puchero ahora tiene la nevera lleva de platos varios hechos con Terminator; sí, ese aparato con aspecto infernal y que ya goza hasta de pantalla a color táctil y conexión USB. Ahí está, en la cocina desafiante con todos sus botones y complementos. Alguna vez he pasado el paño del polvo sobre ella (ya se puede hacer el lector una idea de cuánto la utilizo) y se ha encendido. La primera vez que pasó comenzó a emitir luces y sonidos y me fue imposible apagarla. Tuve que desenchufarla antes de que sus ondas hertzianas me abdujeran y comenzara a hacer postres a cascoporro para deleite de mis enanos. Creo que aunque la dispares, seguirá funcionando porque es capaz de generar materia para repararse.
Pero es que luego, te invitan  a cenar a casa de unos amigos y la ves allí también, con su recetario de proporciones bíblicas y todos sus accesorios sobre la mesa como si de una ama sado se tratara con sus instrumentos de tortura/placer listos para darte lo tuyo y lo de tu primo.
El caso es que el salmorejo no estaba malo, pero a mí me sigue imponiendo mucho respeto.
Me pregunto yo que si será capaz de hacerme un jersey si meto en ese bol mágico un ovillo de lana, unos botones y dos agujas de costura o si podrá resolver las peleas de pareja si ambos no metemos un rato allí en plena discusión a ser centrifugados, cortados, picados, triturados y luego montados de nuevo. De lo que ya no quiero ni hablar es de sus funciones como juguete erótico, porque seguro que algo de eso también tiene...
A mí que me perdonen, pero yo me quedo mil veces con los caldos y cremas de mi chica, mis arroces a fuego lento, los guisos de puchero que cuecen durante toda la mañana y que dejan el mejor de los ambientadores posibles en casa, los churros de domingo por la mañana en la churrería del barrio, las palmeras de chocolate del obrador del centro.
Y otra cosa, la compra del mes merece morir. Me encanta ir al súper del barrio y que nos conozca el carnicero, nos sonría el charcutero o la cajera nos pregunte por los niños.
A los 40 tenemos déficit de tiempo, pero también tenemos ladrones de tiempo. Yo prefiero trotar alrededor de casa, ir a comprar la cena del día, cocinar mientras comento el día con mi media naranja con unas olivas y un vino blanco como testigos, a ir a Sebastopol a entrenar para que un señor me arengue para que corra más, llegar a casa a las mil y meter cualquier cosa en el microondas antes de acostarme rápido porque se hace tarde.
Y mientras tanto, cada vez que entro en la cocina de mamá casa está allí, desafiante, inalterable, pero, en definitiva, como elemento decorativo.
Admiro y respeto a quienes hacen buen uso de la maquinita de los 1000 €, pero soy más de cacerolas.
 
Pues eso, que no se os olvide respirar ni cocinar.

jueves, 10 de septiembre de 2015

¡NO ME PISES LO FREGAO!


Frase mítica y atemporal donde las haya. Y es que resulta imposible convencer a quien ha fregado de que el suelo ya está seco. No, el suelo no está seco hasta que no lo decide quien lo fregó.
Mientras no seamos tocados con el don de la levitación, todos tendremos que padecer esta persecución. Pero no me trae hoy aquí asunto tan baladí, sino que voy a hablar de cómo nos organizamos a los 40 con las tareas de la casa.
Empecemos a lo grande: la habitación de los niños. He conocido casos en los que bien se podría haber solicitado la declaración de zona catastrófica. Frank de la jungla no tiene cojones a entrar en algunas habitaciones de preadolescentes. Nunca le pongas un cesto para ropa a tu hijo o hija si no quieres que se desarrollen nuevas formas de vida en su interior o si no quieres tener docenas de calcetines desparejados en el meetic de los calcetines; ese cajoncito donde todos buscan su pareja.
Tu habitación... Es posible que si no duermes solo te dignes a hacer la cama todos los días pero, en caso contrario, es posible que tus sábanas tengan más arrugas que un traje de pana sin planchar y hasta posible que a los pies, bajo la sábana, se encuentre también algún calcetín single.
Lo de la aspiradora se deja más bien para el fin de semana y sin levantar muchas cosas. Así pasa luego, que el día que te pones a levantar puedes encontrar cualquier cosa. El polvo...., salvo nuestras madres y abuelas, todos somos más de echarlo que de limpiarlo. ¿Y lo bien que quedan esos libros o cd's de las partes altas de las estanterías con esa pátina de polvo?
El baño ya son palabras mayores... Ellas se quejan de restos de espuma de afeitar y ellos de restos de polvos de maquillaje. Eso sí, lo de bajar o no la tapa y la falta de puntería es sólo una cuestión masculina. El baño dura limpio lo que tarda alguien en entrar. Es un trabajo tan necesario como desagradecido, pero ¿a quién no le gusta sentarse en el trono con el baño recién hecho? Es igual que cuando le pones un pañal limpio a un bebé, que se siente tan agustico que no puede evitar empantanarlo.
La cocina...¿Por qué las campanas extractoras parece que extraigan más grasas que humos? Si existen los hornos pirolíticos, ¿para cuándo una cocina que se limpie sola con sólo pulsar un botón? Somos capaces de mandar a un señor a Marte y no somos capaces de que las cosas se limpien solas.
El salón se adecenta un poquito los fines de semana o cuando va la suegra a comer. Eso del pronto y el paño ya está sobrevalorado y ahora se lleva el plumero al estilo baño checo. Así pasa luego porque ¿quién no se ha llevado alguna vez la sorpresa al retirar la mesa del comedor y coger la silla más arrinconada?
Siempre nos asalta la duda de si le dedicamos suficiente tiempo a la limpieza del hogar, pero la duda se disipa cuando vemos casas de gente corriente en la tele con más grasa que el palo de un churrero o cuando vamos a casa de alguien y comprobamos que la nuestra está reluciente y ordenada comparada con otras.
Eso sí, ni de coña la tendrás nunca como la de tu madre. Se podría comer en el suelo del salón de tu madre...Y LO SABES. Sabio consejo el que me dio mi madre al casarme. No estaba preocupada por que nos amáramos y respetáramos en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad. Le preocupaba que fuera un hombre ordenado y tuviera la casa limpia.
Es lo que tiene vivir intensamente a los 40 y querer llegar a todo con una agenda para días de 30 horas.
Eso sí, un consejo para los que aún están a tiempo: si alguna vez ligas y la chica o el chico te invitan a su casa, lo primero que debes hacer es abrir el armario de la limpieza. Si ves una Polti, sal de allí corriendo y nunca mires atrás o acabarás algún día de rodillas recuperando el blanco de la lechada de los azulejos... El que avisa no es traidor.

Y mientras tanto recuerda no pisar nunca lo fregao.

Vikingo

viernes, 4 de septiembre de 2015

LA REVUELTA AL COLE EN DOBLE FILA


Como decía el Dúo Dinámico: "el final del verano llegó y tú fliparás".
 
Bueno, no fliparás sólo tú; lo hará también tu retoño/retoña cuando tenga que echarse al hombro esa mochila cargada y que parece incompatible con la vida. Sudor te habrá costado a ti llenarla con esa querencia natural que tienen el Ministerio y las editoriales de este país por deforestar el planeta. Sudor le costará a nuestros hijos arrastrarla escaleras arriba porque andar con ella, lo que se dice andar, de la puerta de casa al garaje...
 
A partir del lunes comienza la nueva temporada de la doble fila en un intento absurdo de que tu hijo sea el que menos camine. Sí alguno pudiera meter su coche en el aula, seguro que lo haría. ¿He dicho coche? Perdón, quería decir sub o todocamino. Por aquí por mis latitudes es el Qashqai blanco el que lo peta. No sé ni cómo admiten a mis hijos en el colé llevando un Twingo verde como llevo... En el fondo creo que es un error de concepto: algunos han mezclado lo de comprarse un coche para ir al campo con comprarse un coche para ir al Alcampo.
 
Haz hueco ya en la nevera entre los imanes horteras que te regalan los parientes para colgar el cuadrante de desayunos que debe llevar el niño cada día y los horarios de actividades extraescolares. Que no se te olvide sacar fotocopias para tus padres, tus suegros y tus hermanos porque sabes que tienes que tirar de ellos.
 
Y es curioso lo de los desayunos porque hace 30 años daba gusto coger la tableta de chocolate Nestle y meterla a capón en el pan. Ahora por eso poco menos que te quitan la custodia de tu hijo y hay que llevarles al cole cosas súper mega equilibradas para que no engorden, mientras las estadísticas demuestran que cada vez hay más niños con sobrepeso.
 
Sabes que el primer día va a haber codazos por situarse en primera fila para ver entrar a tu hijo. En mis tiempos mi madre con suerte me acompañaba hasta el portal con batín y rulos. Ahora hasta se pide una hora libre en el trabajo para que vayan papá y mamá y los jubilados abuelos. Total, cuatro adultos por niño. Lo dicho, prepara las coderas. Ah, no, que me lo estoy inventando que nadie hace eso y que los que me encuentro en el colegio son figurantes...
 
Los niños preocupados por otras cosas. El mayor mío preocupado porque le faltan dos dientes y su público femenino no sabe cómo reaccionará y la pequeña deseando colgarse la mochila de Hello Kitty en la que sólo lleva un yogur líquido Hacendado. Sí fuéramos tan sencillos como ellos todo sería más fácil.
 
Seguro que entre la audiencia de este blog se encontrará algún profesor. Te voy a dar un BRICONSEJO: El primer día lleva ropa estrecha para que a los padres y/o abuelos les resulte difícil engancharte para contarte las excelencias y particularidades de su hijo o nieto. Todos te dirán que tengas mano dura si es necesario, pero a muchos obviarán decirte que como se te ocurra tener mano dura con su hijo ellos irán al cole, te esperarán a la salida y la tendrán ellos contigo.
 
Es la apasionante aventura de la vuelta al cole que no deja indiferente a nadie.

Como diría Medusa: que no se os olvide respirar...y el primer día de cole hacedlo además profundamente.

Vikingo

miércoles, 2 de septiembre de 2015

NI JOVEN NI VIEJO: EN TIERRA DE NADIE

¡Ah!, ¿Qué ya no soy una joven promesa?

Dicen que debes callarte si lo que vas a decir no es más bello que el silencio y eso he hecho: dejar al Vikingo despacharse a gusto con los "Locomía" y esos cabellos Pantene, pero he vuelto para poner un poco de cordura en este blog destinado a aquello de "a mi me pasa como a ti, pero yo lo cuento".
 
Admitámoslo. Se nos está pasando el arroz para algunas cosas. Si. Como para trabajar en Decathlon, donde solo puedes enviar un curriculum si tienes el abono transporte joven. Amiguitos y amiguitas, hemos dejado de ser promesas, ahora somos la certeza porque no hay muchos mas descartes y las cartas buenas están repartidas.
 
Resulta que en nuestra edad ya eres un senior y está muy mal visto eso de empezar de cero. Si no te gusta la profesión que elegiste, te aguantas, porque no resulta fácil adentrarse en un campo nuevo con 40 años. Resulta que cuando te jubilas puedes ir a la Universidad y molas mil, pero si con 40 se te ocurre apuntarte a un Grado Universitario, te van a mirar raro en plan... "tarde vas". Lo cierto es que si estuviésemos en una sociedad justa, la edad sería un grado y no un problema pero.. bueno, no os voy a contar como está el patio porque todos tenemos ventanas al mismo.
 
A nuestra edad eres joven para relajarte, debes seguir luchando cada día en la feroz vorágine de la competición de padre-madre del mes, guapo del gimnasio, cuñada de la semana, amiga del siglo, runner del lustro, amante de la quincena e hija de la década. Cada día te miras en el espejo y te lanzas a la agenda como si no hubiese mañana y al final del día no sabes cuanto más feliz eres, pero si que estás hecha unos zorros y que se te ha corrido el rimmel.
 
A nuestra edad estás mayor para ir de mochilero, para empezar a planear tener familia numerosa, para cambiar de profesión, para empezar de cero, en general, porque como mucho y como ya hemos apuntado, de cinco y con suerte.
 
Eres joven para viajar con el IMSERSO y mayor para hacerlo con MUNDO JOVEN (ya no existe verdad? si es que tengo una edad). No tienes descuentos en nada por razón de edad y resulta que nunca has tenido mas gastos, porque eres joven para haber terminado de pagar hipoteca y mayor para vivir con tus padres. Es probable que tengas hijos y estos estén en edad de vulnerabilidad económica total. Es probable que hasta te hayas divorciado como corresponde a la crisis pertinaz que nos ocupa, y tengas que pagar una pensión o hacerte cargo en solitario de gastos que antes no contemplabas al ser equipo.
 
Sales de marcha y resulta que ya no se llama salir de marcha y que cuando empieza eso que llamas marcha, tienes los pies destrozados y ganas de pillar cama, pero la de dormir.
 
Y luego está lo del deporte. Se te hace raro eso de salir a correr con un plan de entrenamiento cuando lo único que quieres es perder un poco de lorza y que se te suba el culo. A veces no te apetece calzarte las zapas porque estás cansado, pero tampoco eres lo suficientemente mayor como para salir a "caminar" y poner verde a la familia política o arreglar el país, como hacen los jubilados de las 7 de la mañana entre los que suelen estar tus padres, que de repente parece que se toman la vida como realmente mola y te miran con cara de "pero hijo, ¿dónde vas con esa cara de susto todo el día?".
 
Eres joven para no saber todo lo relativo a modernidades y te pasas el día intentando no perder el tren.
Eres mayor cuando tu hijo de 8 años te mira con pena porque te tiras diez horas en el MINECRAFT para hacer lo que él ha construido en una.
Eres mayor para comprar en Stradivarius y joven para ir al Punto Roma. No sabes si sección de joven o de señora. No sabes si seguirte tiñendo las canas o dejarte una melena corta de esas de tu color que le quedan bien a las de Hollywood pero que tú.. no sé, no sé... no te terminas de ver.
Eres joven para cargar la compra y que nadie te ceda el asiento en el bus.
Eres mayor para presentarte al Miss Camiseta Mojada, de hecho eres mayor hasta para entrar a la discoteca donde se realiza el evento.
 
Eres joven para mandar a tu suegra al Congo Belga (si se lo merece).
Eres mayor para pasar de ir a comer paella a casa de tu suegra, la del Congo Belga (si lo merece).
 
Y ni hablemos si estás en el "mercado". Los de tu quinta, o andando en círculos o pillados, mayor para los jóvenes que en plan "Mrs. Robinson Experience", vaya que vaya, pero no para más y joven para acechar al sexagenario con pasta que no te hace ni pizca de gracia.
 
Menudo panorama, ¿ no?.
 
Pero están las ventajas y a esas nos arriesgados: LA EXPERIENCIA NOS HACE MAS RESISTENTE Y RECONOZCÁMOSLO... ESTAMOS MUUUUUUUY BIEN PARA LA EDAD QUE TENEMOS, ALGUNOS HASTA APARENTAN 39!
 
Y mientras tanto recuerda: QUE NO SE TE OLVIDE RESPIRAR.
 
 
 
 
 
 
 
 

sábado, 29 de agosto de 2015

UNA MANGA EN CADA HOMBRO

 
Respuesta típica de madre a la pregunta "¿Qué me pongo?" que ya forma parte del acervo cultural de este país y que se transmite de generación en generación porque sí, yo a mis 41, alguna vez se lo he respondido ya a mi primogénito.
Los que no contentos con la manga decidieron incorporar además alerones a sus hombros fueron los Locomía. Sí, seguro que al ver la foto y leer esto te has acordado inmediatamente de alguna de las veces que has cogido un abanico y te has puesto a hacer el chorra imitándoles. Admitámoslo, todos tenemos un pasado y alguno además tiene un vinilo de Locomía en casa... Está bien, confieso que yo me compré una beisbolera de los Athelics de Oakland con hombreras, pero no fui el único porque mi amigo Pepe se compró el mismo modelo de los Twins de Minessotta.
Es difícil vestir a los 40 en verano. Yo, personalmente, no sé lo que está de moda o lo que no y, para parecer moderno, digo que tengo un estilo ecléctico en el que todas mis camisetas pegan con todos mis pantalones cortos. Del calzado ya casi mejor ni hablo; pues mis chillonas zapatillas de running combinan con todo. Eso sí, me he enterado hace poco, para mi desgracia, de que las chanclas ya no son trending topic.
Para ir a la oficina recurrimos (los chicos) en ocasiones al look mormón: camisa de manga corta, pantalón de vestir (como decían las madres; como si los demás no vistieran) y zapatos. Me falta la chapa con "Elder´Vikingo" para parecer del mismísimo Utah. Los viernes, eso sí, mola el casual friday porque te dejan llevar zapatillas deportivas y quedas mucho mejor cuando te vas al wok o al mejicano a comer con los compañeros para pringarte las manos.
En el parque están los del look Quechua: cuarentones con tarjeta de Decathlon que pareciera que se van a explorar el amazonas. Gorra, camiseta transpirable, pantalón multibolsillo, zapatilla trekking y gafas aerodinámicas. Sus parejas mirando de reojo porque, no es que se hayan puesto sus mejores galas, pero al menos van más decente que ellos. Claro, el problema viene de casa, cuando él pregunta "¿qué te vas a poner?" y ella responde "algo cómodo". Tú vas y se lo tomas al pie de la letra...
El look que lo está petando entre los/las que tienen taitantos es el look runner. Ya no sabes si van o si vienen. Yo les/las miro a las piernas para ver cómo andan de cuádriceps y de gemelos y así hacerme una idea de si corren de verdad o están tirando de postureo. Claro que de poco te puede servir eso cuando vas con la lengua fuera en una carrera y te pasa el típico fondón (ahora fofisano) arrancándote las pegatinas.
Y para salir de noche... ¡Acabáramos! Con esto de tener niños y multiplicar gastos vas a lo práctico y casi siempre terminas comprando ropa para ellos. Para ti, como mucho algo informal para ir a trabajar o para entrenar. Entonces se plantea salir de copas (perdón, de gintonics) y te pones TU camisa de salir con TU pantalón de salir y los zapatos de TU boda. "Pa habernos matao" piensas al mirarte al espejo. "Bueno, en rebajas me pillo algo", pero sabes que no lo vas a hacer. Y claro, tu pareja como un pincel porque ellas sí son de ir más elegantes aunque sea a la oficina.
Al final, pensamos que nadie se dará cuenta de que llevamos la armadura de nuestro abuelo, como le pasaba a Don Quijote, y crees que pasarás desapercibido con tu camisa de los 90. ¡Ingenuo!
 
Pues eso, que nos vamos quedando descatalogados a los 40 y no nos damos cuenta. Y tú, ¿qué te pones?
 
Vikingo

martes, 25 de agosto de 2015

LA TONTA DE LA COMPRA

 
Sí, has leído bien, he dicho tonta porque hace ya tiempo que dejó de ser lista.
Hacer la compra a los 40 es un sinvivir. A los 20 la sigue haciendo mamá en la mayoría de los casos, a los 30 cualquier cosa te sirve y a los 40 te vuelves un especialista del Tetris. Tetris para colocar los artículos en el carro (eso si eres capaz de meterlo todo en uno solo), Tetris para meterlo todo en las bolsas compradas del súper porque sí, hoy también se te ha olvidado cogerlas de casa. Tetris para meter esas bolsas en el maletero. Tetris para volver a sacarlo todo y meterlo en el carro del Lidl robado por algún vecino de la comunidad (nadie admite robar el carro, pero en todas las comunidades de vecinos hay uno).
Otro tipo bien diferente de Tetris es el que realizamos para llegar a fin de mes sin que en la tonta de la compra falte lo básico. Además, si tienes niños, la cosa ya se convierte en doble tirabuzón con carpado hacia atrás. De todo lo que compres, tienes que comprar su versión infantil: toallitas para el culito, yogur de Hello Kitty, galletas de Dora Exploradora, salchichas de leche, leche con calcio Omega 3 para el crecimiento, delicias de merluza con forma de pez...y gracias a Dios que hace años retiraron la mortadela con la cara de Mickey Mouse.
Y para ti, a los 40 que has decidido cuidarte más, el bombardeo de cosas SIN es constante y te hace caer una y otra vez en dudas cartesianas. Leche sin nata o directamente NO leche de soja, bebidas sin alcohol (el vino sin alcohol es mosto), refrescos sin calorías, desodorante sin alcohol, postres sin azúcar, agua mineral sin minerales, carne sin carne (esto es el tofu) y así un largo etcétera
Con todo esto resulta casi imposible hacer una tonta de la compra y normalmente acabamos improvisando por los pasillos. Pero los problemas no acaban ahí. El principal problema llega a la hora de pagar. Admítelo: tu cartera/monedero está lleno de tarjetas del club de chorrecientos establecimientos varios (Ikea, Alcampo, El Corte Inglés, Zara, Imaginarium, Decathlon, Repsol, Travel Club,...).
Te toca pagar y la cajera de peinado imposible y maquillada como una puerta esperando cariacontecida a que encuentres la tarjeta buena, la de pagar, la que hace pupa a tu cuenta corriente. Y cuando parece que todo ha terminado, la impresora de la caja empieza a escupir promociones y descuentos acumulables. He llegado a acumular en mi mano hasta ocho tickets en una sola compra. Apartas el carro para leerlos y todos te parecen súper interesantes, pero la realidad es que la mayoría de ellos acaban en el fondo de algún hueco de tu cartera y no es hasta cuando haces limpieza en la misma, como el que hace limpieza de amigos de Facebook, cuando te das cuenta de que nunca los usas.
Eso por no contar la aventura en la que se ha convertido repostar en una gasolinera, pero no me voy a detener en eso, que no quiero deprimir a nadie.
Total, que hemos pasado de un trozo de papel gris donde el tendero te apuntaba el total de la compra para que tu madre viera que no le sisabas las vueltas, a un sinvivir de tarjetas, papelotes y folletos que creemos que nos hacen la vida más fácil.
Es lo que tiene la aventura de vivir a los 40 y no morir en el intento.
 
Vikingo

jueves, 20 de agosto de 2015

DE SANDOKANES Y PETERPANES

 
Sí, lo confieso, el otro día probé uno. Sí probé un gin tonic...más por deferencia a quien se ofreció voluntario a prepararlo que por ganas de probarlo.
Lo primero que deduje es que en 2015 nunca te puedes pedir uno si quieres calmar la sed. Para eso nada mejor que la ingesta de dos átomos de hidrógeno por uno de oxígeno aliñados con vete tú a saber qué les echan en la destilería (también conocida como depuradora). Y es que para preparar un gin tonic hay que tener mucho tiempo y estudios superiores. Debes conocer la temperatura ideal de los ingredientes, la cantidad exacta de especias que hay que añadir, el grosor de la rodaja de limón, pepino o cualquier otro vegetal, la altura a la que rompe la burbuja de la tónica,... Obviamente, convirtieron la encimera de la cocina en un laboratorio donde las copas hacían de probetas.
A los 40 dicen que uno debe probar de todo para no quedar como conservador o clásico, pero en lo sucesivo seguiré prefiriendo el combinado de Vega Sicilia con Fever Free Cola, una rodaja de cítrico y un toque de Vermouth servido en vaso ancho de litro (preferentemente de plástico).
Es curioso que a los 20 uno se puede sentar en un césped húmedo y mojarse el culo mientras comparte babas de una litrona o un mini de cubata con ingredientes comprados en cualquier "chino" de marcas de dudosa procedencia, pero van pasando los años y cambias cantidad por calidad. Lo haces convencido de que a los 40 tienes más categoría y una reputación que defender, pero la realidad es que lo haces porque te tomas un mini de ron/cola a los 40 y te crees Sandokán.
Ahora con un poco de vino acompañando una comida deconstruída (antes la deconstrucción era pegarle el bocado al bocata de jamón y llevarte toda la loncha) y un gin tonic te vuelves una mezcla entre Sandokán y Peter Pan. Podía haber elegido también Orzowei, pero es que esa melenita rizada siempre me resultó muy inquietante. El caso es que te vienes arriba, empiezas a programar salidas a la montaña, quedadas para ir a La Latina y a la luna si hiciera falta para tapear hasta reventar, organizas partidos de fútbol y siempre acaban las conversaciones con la misma frase: "Pero tenemos que hacerlo, que siempre se habla pero nunca se hace". Termina el ágape y de vuelta a casa te acuerdas del partido del niño de los domingos, de la comida con la suegra, de que hay que salir tarde esta semana del trabajo por ser final de mes, de la aspiradora,...y Sandokán y Peter Pan se despiden de ti hasta la siguiente barbacoa.
Seamos sinceros, cuando veíamos a nuestros progenitores con los amigos o tíos en casa con la botella de Anís del Mono o Licor 43 después de la cena, empezaban a pinchar vinilos de Mirinda y a contar historias de la mili para tu vergüenza, papá y mamá estaban en los 40. El que más y el que menos ha tenido los hijos algo más tarde, pero miedo me da imaginar qué pensarán mis vástagos de su padre cuando me vean con un combinado en la mano contando historias de mis carreras (no he hecho la mili, ¿qué pasa?). Me habré convertido en esa palabra que ninguno queremos escuchar a los 40: viejoven.
Eso el que tiene pareja y/o descendencia, que el que está soltero (y esperemos que no entero a esa edad) sueña con el desarrollo de una aplicación tipo Shazam, que reconozca a la muchacha del pub con sólo acercar tu Smartphone y te dé acceso a sus redes sociales para que puedas chatear con ella a medio metro de distancia habiendo hecho los deberes de "¿estudias o trabajas?" antes de romper el hielo. Y es que el tiempo es oro hoy en día y a los 40, con el comienzo de la cuesta abajo (como dice Medusa), más aún.
 
Ya sabéis, cuidado con los gin tonics, que los carga el cilantro...
 
Vikingo

martes, 18 de agosto de 2015

APRENDER A RESUCITAR

Esta foto no es mía, ¿qué tarado hace una foto conduciendo?

Alguien a quien quiero dice que a los 40, con suerte,  te quedan otros 40 de calidad antes de mascar tierra. Lírico hasta lo ensortijado, ciertamente, pero resulta que es verdad. La vida es esto que nos pasa todo el rato mientras pensamos cómo nos irá la vida y corre como una rata asustada y convencida de que morder es una forma de escapar.
A veces tenemos tanta prisa por todo que queremos llegar los primeros a nuestro funeral. Con diez queremos tener doce, con quince dieciocho y con cuarenta… con cuarenta queremos tener diez y nos damos cuenta de que se nos ha ido el tren de forma irreversible. Es por eso que es en esta década cuando tenemos más tendencia a  rompernos y aprender a resucitar, porque el perfil de la tirada cambia: era todo subida y ahora, en la cumbre, miramos y hay un pendiente pronunciada hacia… uf, ya sabes hacia dónde. No tengas miedo, el miedo mata más que la propia muerte.
Es por eso que estamos en la obligación de parar, tomar aliento y mirar todo el tramo que hemos subido de cuesta y valorarlo, porque no valorar lo que hemos alcanzado es negarnos la posibilidad de acometer otra cumbre o sencillamente quedarnos quietos admirando el paisaje.
El miedo a perder lo que tenemos, aunque nos haga infelices, es otro cepo en el camino. El miedo a soltar la cuerda sin saber si habrá otra, el de tirarnos a la piscina por si nos ahogamos a pesar del fuego que lo devora todo a nuestro alrededor. El miedo paraliza y al que se para se lo come la Nada (¿qué clase de niños de los 70 sois si no recordáis la Nada y Atreyu?).

Si parpadeas te lo pierdes. Si alguien te dice “mira el cielo”, hazlo, a no ser que estés en pleno adelantamiento en una zona de curvas o en plena cirugía torácica . Si es así,  espera un minuto, pero si no, hazlo, porque seguramente ese cielo que te señalan no vuelva a repetirse NUNCA JAMÁS.

Que redundante lo de NUNCA JAMÁS, con el jamás de apellido, como si el nunca no fuese suficientemente contundente. Pues eso: querido compañero de generación, no te andes con el bolo colgando que hoy es el futuro. Si, te confirmo que has llegado. Es esto. Un pisito pequeño con vistas a donde tú quieras y que se limpia en un boleo. Pasa y siéntate. Y si no te gusta, pues estás a tiempo de cambiar los muebles o abrir otra ventana que dé a otra calle, pero hazlo: CAMBIA LO QUE TE HACE INFELIZ O DEJA DE QUEJARTE porque la queja te hará perder trece otoños en el tiempo  en que deberías haber disfrutado una primavera con destino a ISLANDIA.

Esta mañana he visto un amanecer al volante de mi viejo tanque invencible, cabalgando los Montes de Toledo y he pensado ME CAGO EN ROS, COSA MAS BÓNITA Y SOLO PARA MIS OJOS y le he dado gracias a, no sé, a quien las quiera recoger.

Ha costado un huevo llegar hasta aquí… o no. Nos han roto la crisma, las piernas, el corazón, los sueños, los esquemas, los huevos, los platos, el himen…. Pero, ¿y lo que nos hemos reído?. Vive cada día como si fuese el último porque algún día lo será.

Y MIENTRAS TANTO YA SABEIS…

QUE NO SE OS OLVIDE RESPIRARRRRRRRR

miércoles, 12 de agosto de 2015

CELOS


Querida Medusa:

Los cuernos son como el ombligo: todos tenemos uno y muy pocos nos lo miramos.
Creo que se te olvidó comentar en tu entrada un supuesto de cuernos muy ligado a los celos: los cuernos imaginarios. Mal está que te pongan los cuernos, pero casi peor que te los pongas tú.

A lo largo de estos 41 años de vida me han adjudicado algún romance, affaire o revolcón con alguna muchachita sin más fundamento que una conversación a la puerta del colegio. Visto desde la perspectiva del tiempo, uno casi hubiera preferido que se hubiera tratado de revolcones reales porque alguna chica la verdad que lo merecía y la bronca te la ganas como si hubiera pasado. Como se dice vulgarmente: si critican, que sea con razón.
 
Y es que, no nos engañemos, celosos somos todos. Lo complicado está en establecer dónde está el límite entre lo razonable y tolerable y lo que no.
 
Si te muestras celoso, malo y si no, también. Si fantaseas con la Jolie, se te ríen en la cara, pero si lo haces con la vecina del segundo el cuento ya cambia. La clave, a mi entender, está en la imaginación. A estas alturas del cuento quizá lo más sensato sea quitarse los pelos de la lengua y confesarle a tu pareja, amante o follamig@ algunas de tus fantasías ocultas. Todas no, porque siempre hay que reservarse un as en la manga... Hablar abiertamente, por ejemplo, de lo que harías si estuviera en la cama también la vecina del segundo o el camarero de la terraza de la esquina. Quien más, quien menos, ha fantaseado con ello alguna vez para llegar más y mejor al climax. ¿Son eso cuernos?, ¿genera eso celos? o simplemente ¿el fin justifica los medios?
Tampoco te pases no vaya a ser que te pillen con la vecina en la cama y tú digas: "Me dijiste que tu fantasía era verme con otra en la cama, cariño". La gracia está en confesarlas, compartirlas, hacer de ellas un juego que nunca salga de tu mente y no un motivo de celos.
 
Particularmente, me encantaría que mi pareja fuera el centro de miradas y, si son lascivas, mejor. La belleza está para ser vista, para ser compartida, pero obviamente marcando también  el límite y dejando claro que tú pones la pica en Flandes. ¿Quién alguna vez no ha sentido que alguien desnudaba a su pareja con la mirada y, acto seguido, le ha plantado un beso y un sobe en la nalga de los que hacen afición? No creo que eso sean celos.
 
Pero, claro, no todo es bonito en el apasionante mundo de los celos. Como bien dices, Medusa, somos un producto de mercado. El que trabaja tiene un perfil en Linkedin porque nunca está cerrado a nuevas propuestas profesionales y en el mundo sentimental parece que esta sociedad nos invita a lo mismo. Supongo que esta es la espada de Damocles con la que todos tenemos que vivir y nuestro objetivo en la vida no ha de ser otro que hacer ver a tu par que no hay mejor empresa para trabajar que la empresa de tu vida. Eso implica confianza, ascensos, promociones, cursos de formación y compatibilidad de la vida marital con la vida personal.
 
Nadie dijo que fuera fácil, pero no puedes vivir con miedo constante y pensando que no eres la mejor opción. Porque yo lo valgo y los demás lo valen menos.

Leedme o me pondré celoso si descubro que andáis por ahí buscando lecturas en otros blogs.

Vikingo

lunes, 10 de agosto de 2015

CUERNOS

"Legend" o como llevar unos cuernos con elegancia

Cuernos, tan difíciles de combinar con los complementos y lo inevitables que resultan temporada tras temporada. Cuernos afilados o romos, igual da, diabólicos o de unicornio: duelen lo mismo.
 ¿Y por qué una de cuernos?, porque a estas alturas del cuento, en la linde de los 40, cuando con suerte estás a punto de llegar al Ecuador del chiste, existen estas cuatro opciones y ninguna más:
 
En alguna ocasión…
 
-        Te han puesto los cuernos.
-        Has puesto los cuernos.
-        Ambas
-        Ni lo uno ni lo otro (sin comentarios).

Aaaaaaaay  esos dolorosos apéndices que, como los dientes, duelen más cuando salen por primera vez, qué valiosos pueden considerarse a la hora de aprender a relativizar (y no olvidemos que a esta edad empezamos a encontrarle el punto a esto de lo relativo).
Las infidelidades son como los espinazos salados, imposibles de comer de entrada pero que pueden enriquecer muy mucho un caldo si se les deja el tiempo suficiente a fuego y agua.

Cuernos, lo que cuesta llevarlos y lo poco que cuesta hablar de los ajenos. Cuernos enormes o chiquines, pero duros como piedras. A veces no sales en el encuadre de la foto, te los rascas y no te los ves: cosas que pasan, porque los cuernos propios tienen a veces la particularidad de ser invisibles a nuestra mirada y de color flúor para los otros. Otras veces no eres consciente de que tu pareja los luce con alegría y qué eres tú quien les saca lustre cada día.
Hay cuernos legandarios: los que Ginebra le puso al mismísimo Arturo Pendragón. Si se los ponen al que sacó la espada de la piedra, ¿cómo no le va a pasar al pueblo llano?
Está los cuernos mediáticos: no se conoce pareja mediática que no atesore al menos un par, presunto-presunta-presuntísimo.

Ni que decir de los cuernos reales: hay cuernos que cuestan la abdicación de un reino.
Y por supuesto, están los cuernos normales: esos, los tuyos-míos-vuestros-nuestros, lo de la vecina, nuestra cuñada, esa amiga, el de enfrenta, el que no lo parece, el que lo cuenta, el que lo calla y el que lo desea.
Y llegados a este punto ¿Son evitables los cuernos? No sé qué decir, no soy tan experta. Creo sencillamente que estamos  en la  sociedad  de la oferta y la demanda sentimental y también opino que en alguna medida son inevitables en una larga vida pero evitables en una buena relación. Para todo los demás, está el “poliamor” (de esto si queréis hablamos otro día, que es muy interesante).

Tres reflexiones se me ocurren:
Que no es lo mismo que te los pongan que ponerlos.
Que no es lo mismo que te los pongan si tú antes los has puesto.
Que no es lo mismo ponerlos después de que te los pongan.

Matices, como lo de ser infiel de pensamiento o “la puntita nada más”. Matices, ya digo. Cada uno utiliza su estrategia de defensa ante el fenómeno y por eso tenemos un amplio abanico de posibilidades:

Negar la mayor tanto si los ponen como si te los ponen. “Esto no es lo que parece” - “A mí nunca, seguro que no es lo que parece”
El optimista “no me importa que se acueste con otro mientras me quiera a mí” -  “desde que te he sido infiel te valoro más y ahora nuestra relación es mejor”.
El drástico “no te voy a perdonar nunca jamás”- “no quiero que me perdones porque no tengo perdón”.
El didáctico “esto me ha enseñado a…”.
Y así hasta mañana.

Y digo yo que como reflexión ya vale, que me alargo, me alargo, me alargo y yo  ODIO LAS ENTRADAS LARGAS  porque solo quiero que tengáis de qué hablar en las redes sociales más allá del running y las fotos encogiendo barriga en la playa con un mojito en la mano (ya nadie bebe trinaranjus). Ale, hagan sus apuestas.

Y LO MÁS IMPORTANTE: QUE NO SE OS OLVIDE RESPIRAR.

 

 

 

 

 

miércoles, 5 de agosto de 2015

Tirando de recovery

 
 
Pues, señorita Medusa, mi padre decía que a los 15 uno ya debe poner en práctica la táctica de tocar pelo y a mi hermana, a la misma edad, le decía que se enamorara.
El caso es que de amor se puede morir uno a cualquier edad. Si no, que se lo digan a Di Stefano.
El problema de llegar a los 40 y enamorarse es que uno se comporta peor que un adolescente hormonalmente revolucionado y se cree un chaval. A ello ha contribuido de manera significativa el uso del smartphone y su carrete infinito de fotos. Te haces la foto de perfil de tus redes sociales tantas veces como haga falta hasta que desaparece la arruga o la curva de la felicidad. Si no, tiras de App de retoque y te pones como un pincel. Eso sí, chicas y chicos de 40, el que sale feo en el perfil del caralibro es feo de cojones...
El caso es que cuelgas tu foto y esperas a que lleguen los "Me gusta" en un intento de autobombo. Algunos dan click sin haber mirado la foto, otros por cumplir, los que menos porque les gustas de verdad y unos pocos porque sólo hay una opción. Para este último caso quizá habría que decirle al Marc este de apellido impronunciable que habilite las opciones "Me gusta mucho" y "No me gusta".
Y cuando crees que eres un tipo popular y con tirón a pesar de tu edad con tus 20 "Me gusta" al cambiar la foto de perfil, llega tu chica y te gana por goleada con sus 100 "Me gusta".
Para más inri, ojeas una de esas revistas del cuore y ves a los chiquines de Hollywood que se ríen de tus 41 años a sus casi 50 y te dan mil vueltas. Tú, que crees que Johnny Depp, Daniel Craig y demás andan por los treinta y tantos.
Eso sí, tu vigorosidad sexual sigue intacta... siempre que tires de recovery. A los 20 eres capaz de hacer saltar los muelles del amortiguador de tu coche. A los 40 quizá, pero con más calma y cogiendo aire. Para los no doctos en la materia, el recovery es un compuesto recuperador que se disuelve en agua y que se usa para esfuerzos físicos prolongados. Sí, lo confieso, lo he tomado después de un entrenamiento de sábado y de sospechar que la noche podía ser larga.
Como bien dices, Medusa, nos volvemos más tolerantes, imaginativos, permisivos e inquietos en la cama, perdemos la vergüenza y sabemos lo que queremos y lo que no, pero nos resistimos a admitir aquello de que a veces menos es más.
¿Crisis? Yo prefiero hablar de mitad del cuento. Las mitades de todo suelen servir para haber balance de lo bueno y de lo malo y para echar la vista atrás y, en este caso, para darse cuenta de que nos hemos leído estos 40 primeros capítulos como el rosco de Pasapalabra. Te propones no dar un paso atrás ni para tomar impulso y exprimir cada nuevo capítulo que nos brinda la novela de la vida que escribimos línea a línea sin tener a veces muy claro el guión, pero teniendo siempre presente el final.

Por aquí andará de vez en cuando con una Medusa este Vikingo cuarentón que cuando se cabrea saca el hacha y se pone a hacer el helicóptero; así que cuidaico conmigo.

lunes, 3 de agosto de 2015

AMANTES PRÁCTICOS

Mi padre decía que a los 15 te enamoras y que a partir de los 20 todo es apaño. Mi padre, como es lógico, se equivocaba y puedes morirte de amor a los 40. Bueno, puedes sufrir por amor a los 40. Bueno....
No sé cuánto se equivocaba mi padre y cuánta razón tendrán los que abogan por el amor en los tiempos de la crisis inventada, o no tanto; lo que sí puedo afirmar es que quererse a los 40 es inminentemente mucho más práctico de lo que supone enamorarse con 20,  porque has aprendido a relativizar algunos aspectos no relevantes que nos podían llegar a subyugar en edades más tempraneras.
A los 40, el que más y el que menos, trae algunas cornadas de serie en forma de cicatriz mejor o peor rematada y eso curte. Entras en una edad en la que puedes considerarte un soltero o soltera "empedernido", pero lo habitual es ser un ex de alguien .
Cuando se tiene la experiencia adquirida de enfrentarse al fracaso sentimental, te enamoras con el freno de mano echado, por mucho que digas que vas a escape libre, porque aunque hay kamikazes en todas partes y con toda suerte de edades que juran ir con el alma descarnada, lo general suele ser un postureo romántico, muy sano por otro lado, que como sucedáneo de la subyugación no está mal, porque mata menos y luce lo mismo.

Se tiene más experiencia y se tiende a ser algo más tolerante para aquello que merece la pena tolerar pero también mucho más drástico con los asuntos que nos desangran y si no hemos llegado a ese punto, mala cosa.

A mi me gusta pensar que a nuestra edad hemos superado al amante de lo utópico y lo hemos sustituido por el amante práctico, aquel que sabe con algo más de exactitud qué quiere y qué no desea aunque aún no tenga muy claro cual es el camino para conseguirlo.

Uno de los objetivos alcanzados que nos hace convertirnos en amantes prácticos es, en mi humilde opinión, el haber perdido el miedo a estar solo, porque tener una pareja no implica sentirse acompañado, así como carecer de ella no es  condicionante de melancolía ni soledad . Además, la soledad es necesaria porque  aprender a  aguantarnos a nosotros mismos es un paso indispensable para aprender a tolerar a otros y también para resultar ser más tolerable en una posible convivencia.

No me gustan las entradas largas, me aburren. Por eso voy a dejar aquí esta reflexión que da para un tomo ilustrado de esos suficientes como para quitarle el vicio de armario a las alfombras de IKEA.  Tengo intención de quedarme a vivir en esta página con un Vikingo refunfuñón, compadre de aventuras literarias, así que os invito a venir de vez en cuando y de paso os preguntaré si os queréis quedar a cenar.

Y mientras tanto... llevadme la contraria o dadme toda la razón, pero indispensable:
QUE NO SE OS OLVIDE RESPIRAR

martes, 23 de junio de 2015

Contador Vs Delgado

Si tienes 40, sabrás quién es...


Hace unos días en el trabajo un compañero me comentó que no había visto nunca a Pedro Delgado por televisión. Yo pensé que eso no era posible, que todos le hemos visto comiéndose el asfalto a golpe de pedal camino del Lago Enol o del Tourmalet, hasta que el compañero en cuestión me dijo que tenía 24 años y que él era muy pro Contador.
Enseguida recordé aquellas conversaciones con mi padre en las que comparaba a Ocaña con Delgado y yo, nacido en el 73, no tenía ningún recuerdo de Ocaña fuera de las imágenes de archivo y las hemerotecas. Entonces yo pensaba que mi padre era un viejuno y supongo que lo mismo pensará mi compi de mí.
Y es que, seamos sinceros, ya he consumido la mitad del cuento y, por una regla de tres muy sencilla, soy un hombre de mediana edad por más que me empeñe en ponerme deportivas y camisetas con estampados juveniles.
No obstante, eso no quiere decir que no se pueda vivir y disfrutar de lo vivido en menor medida que hace unos años.
Aquí una Medusa y servidor hablarán de sus vivencias, sus miedos, sus proyectos y su plan de vida en esta decena que no entiende de crisis, sino de experiencias.
¡Ah! Y como dice mi compañera en este viaje: que no se os olvide respirar.

lunes, 22 de junio de 2015

¿HAY ALGUIEN AHÍ?

A los 40 llega una señora que se llama crisis y como en el caso de la menstruación, llama a tu puerta vestida de azafata de compañía de Low cost y te desestabiliza... o no.
Aquellos que no tienen nada que añadir ni curiosidad por el oscuro mundo de los habitantes de los 40, pueden ir a leer el Marca, consultar la aplicación del Armario de la tele o, en su mayoría, descargarse el último ensayo sobre vida artificial y sinergias interplanetarias.
El resto pasad y poneos cómodos, porque, como en el caso de la maternidad, no es oro todo lo que reluce y aquí estamos nosotros para rebatir estupideces del tipo "los 40 son los nuevos 30".
Como somos conscientes de que el género puede determinar algunas opiniones, pues somos dos: Un Vikingo sin despertador y una Medusa que no convierte en piedra, a lo sumo, en corchopán.


Bienvenidos a nuestro blog que hoy, como veis, no solo está de estreno si no también en obras.


Y sobre todas las cosas del mundo mundial...QUE NO SE OS OLVIDE RESPIRAR.